Photo: Eduardo Sorensen

 Protected Areas: a contribution for Chile and the world

Las áreas protegidas de la Patagonia abarcan un vasto territorio, que incluye ecosistemas terrestres y sus porciones costero-marinas, que alcanzan un 55% del territorio austral en alguna categoría de conservación como parque nacional o reserva nacional. Se suman aquellas propiamente marinas, que cubren el 41% de la superficie oceánica protegida.
Se trata de ecosistemas de un gran nivel de pristinidad y alto endemismo, cuyo telón de fondo son sobrecogedores paisajes que ofrecen oportunidades para enfrentar la crisis climática y de extinción de especies. Asimismo, las áreas protegidas favorecen la educación, la investigación, la innovación, el turismo, la recreación, entre tantos otros atributos con visión de futuro.
Sin embargo, la industria de la salmonicultura representa una amenaza real a la conservación de estos espacios naturales. Actualmente existen 408 concesiones salmoneras otorgadas al interior de tres parques nacionales y dos reservas nacionales: 8 en el PN Isla Magdalena, 2 en el PN Laguna San Rafael; 313 en la RN Las Guaitecas; 66 en la RN Kawésqar y 19 en el PN Alberto de Agostini.
Impulsar la conservación efectiva de estas áreas protegidas debe ser una tarea prioritaria para Chile.
Carbon sequestration

Según Naciones Unidas, más que calentamiento global, el planeta se encuentra en estado de ebullición. Las soluciones basadas en la naturaleza (SbN) han demostrado ser el camino más efectivo y coherente para conseguir los objetivos de desarrollo sostenible y abordar la crisis climática.

El carbono que secuestran las áreas protegidas terrestres de la Patagonia chilena almacena casi el doble que los bosques de la Amazonía por cada hectárea. La diversidad de especies vegetales, animales, hongos y algas tiene un vínculo directo con el bienestar de las personas, tanto las comunidades aledañas, el país, como el mundo. Sin embargo, no es el único aporte que realizan estas áreas en favor del clima. En el mar, los bosques de algas, en particular los huiros o algas pardas de la Patagonia (Macrocystis pyrifera), son auténticos héroes del ecosistema marino: tienen la asombrosa capacidad de capturar y almacenar dióxido de carbono, lo que los convierte en aliados clave en la lucha contra el CC, contribuyendo a mejorar la calidad del aire y mantener nuestros océanos saludables.
Se estima que los bosques de huiro pueden generar una producción neta de carbono de alrededor de 1.320 Teragramos al año, lo cual significa que en un área de 120 km², podrían estar exportando hasta 17.500 toneladas de carbono cada año.

Se piensa que importantes volúmenes de carbono orgánico disuelto y particulado provenientes de los bosques de macroalgas y del fitoplancton podrían ser transformados y transportados hacia plataformas abisales de más de 1000 metros de profundidad, donde este material podría permanecer secuestrado por largo tiempo.

El “Carbono Azul”, es decir, la capacidad de ciertos ecosistemas marinos para almacenar carbono, vuelve esencial la protección y restauración de los bosques de algas. Utilizando un mapa reciente de la distribución de M. pyrifera y las estimaciones de la productividad primaria neta para sus poblaciones, se llegó a estimar de una forma conservadora y preliminar que estos bosques podrían contribuir con al menos un equivalente a 0,5 TgCO2 al año-1; esto, sin considerarla contribución de otras especies de algas, por lo cual la captura podría ser aún mayor.

Por otro lado, los bosques de huiro patagónicos proporcionan hábitat, alimentación, refugio y lugar de reproducción para una rica biodiversidad y son nichos ecológicos para especies endémicas. En efecto, son considerados como un refugio para un sinnúmero de organismos, especialmente cuando son de menor tamaño y con mayor vulnerabilidad a la depredación.
Sin embargo, diversas amenazas están poniendo en riesgo la salud de estos bosques vitales. Es crucial que tomemos medidas para proteger estos ecosistemas antes de que sea demasiado tarde.

Además de los bosques de algas pardas, los océanos ayudan con otras soluciones, como el llamado “carbono de los peces” o Carbono de los Vertebrados Oceánicos, como se conoce a este SbN, que es de gran importancia para ayudar a mitigar los impactos del cambio climático, en particular, los vertebrados marinos, como los peces óseos, las tortugas y las ballenas, mediante procesos como exportación del carbono o su traslado a grandes profundidades, entre otros. En este contexto, la creación de áreas marinas protegidas que mantengan los ecosistemas intactos y funcionales son esenciales para mejorar el secuestro de carbono en el océano.

Las estimaciones del impacto de las ballenas en el ciclo del carbono sugieren que cada ballena elimina una media de 33 toneladas de carbono cuando muere y se hunde en el fondo del océano.

Ecosystem services

Patagonia's protected areas, as spaces that protect valuable biodiversity, contribute to the maintenance of unique ecosystems on the planet. In addition, they fulfill functions such as purifying water, strengthening biological control, providing habitat for pollinating species, protecting the soil, and regulating the climate. They control erosion and soil formation, are a regulator and creator of nutrient cycles, and are also ecological niches for endemic species.

Protected areas, with their ecosystem services, are also a direct contribution to the local and national economy.

As an example, a recent study by the Universidad Austral quantifies the impact of protected areas for the Aysén region, concluding that the value of the ecosystem services they provide to the region is approximately US$20 billion annually. Meanwhile, the value of the ecosystem services provided by seven of its national parks in the same region is estimated at approximately US$4.5 billion annually.

Ecosistemas costero-marinos como refugio de valiosas especies

La Patagonia chilena cuenta con aproximadamente 100.627 km de borde costero que incluye 40.050 islas, numerosos fiordos y canales, lo que genera una complejidad geomorfológica, hidrográfica y oceanográfica que la transforman en una de las zonas mega-estuarinas más grandes del mundo.

El mar de la Patagonia, además, es una ruta migratoria de diversas especies y lugar donde ocurren procesos ecosistémicos clave para la biodiversidad. Es un verdadero refugio donde las ballenas azules, sei, francas, fin y jorobadas, o los albatros, fardelas y gaviotines migran anualmente. También es la residencia permanente de nutrias, lobos marinos, delfines, marsopas, albatros de ceja negra, pingüinos de Magallanes y cormoranes imperiales.

En cuanto a la presencia de vertebrados marinos, al momento se han registrado 56 especies de mamíferos marinos (42% de la riqueza de especies de ese grupo a nivel mundial); 32 especies de cetáceos, de las aproximadamente 44 presentes en todo el país; 6 especies de carnívoros marinos (lobos marinos, lobos finos, focas y nutrias. Existen, asimismo, al menos 19 especies de pequeños cetáceos (delfines, zifios y marsopas). También se encuentran unas 109 especies de aves, que representan el 30% de la riqueza de especies a nivel nacional. La Patagonia alberga cerca del 50% de las aves marinas registradas en Chile (Hucke-Gaete et al., 2021). 

Una particularidad del mar de la Patagonia chilena, es que la habita uno de los cetáceos más pequeños que existe, el delfín chileno (Cephalorhynchus eutropia), la única especie de cetáceo endémico de Chile. No quedan más de 2.000 delfines chilenos, un número muy bajo en comparación con otras especies del mismo género. Los delfines tienen preferencia por las aguas costeras, poco profundas e influenciadas por los ríos, lugares en que se sitúa la industria salmonera. Científicos advirtieron en 2010 la necesidad de excluir estas áreas de la instalación salmonera para proteger el hábitat de esta especie única en el mundo y poco conocida (Viddi et al., 2010).

Por otro lado, la Patagonia es esencial para la sobrevivencia de distintos tipos de ballenas, cuyo flujo migratorio, no obstante, debe convivir con la carretera náutica de las distintas embarcaciones de la industria salmonera. Se han registrado choques con ballenas azules y ballenas sei, ambas en estado de conservación En Peligro (EN) para el mar austral y que, probablemente, no puedan sostener mortalidades adicionales a las naturales (Hucke-Gaete et al, 2005; Bedriñana-Romano el al., 2018).

Hoy, los delfines, ballenas y otros mamíferos marinos deben vivir también con los riesgos de redes y residuos, además de la contaminación acústica de las embarcaciones, entre otros riesgos. 

Las áreas protegidas garantizan la existencia de refugios para todas las especies que habitan estos ecosistemas; de ahí que protegerlas de la intervención de industrias como la salmonera, es indispensable. 

Tourism and economy

El turismo es una actividad económica que ha ido al alza en el país, ya que cada vez son más las personas que viajan a conocer Chile, movilizados por su impactante naturaleza.

Nuestra geografía es tan impresionante y valorada a nivel mundial, que Chile ha obtenido premios internacionales como destino destacado asociado a paisajes naturales, generando oportunidades de desarrollo económico para el país.

Las áreas protegidas son un aporte para la economía, debido al retorno que generan en las economías locales. Según un informe del Banco Mundial, por cada dólar invertido en áreas protegidas y en apoyo del turismo basado en la naturaleza, el retorno económico es al menos seis veces superior a la inversión, pudiendo llegar incluso a un retorno de 28 dólares.

En otros ámbitos, las Áreas Protegidas ofrecen oportunidades para la medicina, farmacéutica, arqueología, geología, botánica entre otras tantas ciencias y saberes.

Con el impacto generado por las salmoneras al interior de nuestros parques y reservas, se pierden estas oportunidades de desarrollo que van de la mano del cuidado de nuestro patrimonio natural.

Protected areas have been and are part of the public policies promoted by all governments: they were created for all Chileans. In addition, they are a refuge for biodiversity, a safeguard for the landscape and a heritage that is freely accessible to all.

Effective conservation of protected areas depends on containing their threats.
Industrial salmon farming activity is not compatible within them.  

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