El director de Manejo y Evaluación de Pesquerías de la ONG Pesca Sustentable ha sido testigo directo de los desafíos que enfrenta la pesca artesanal en Chile y propone estrategias para potenciar un actividad responsable ambiental, económica y socialmente.
A una semana de finalizar el Mes del Mar, Gonzalo Olea, director de Manejo y Evaluación de Pesquerías de la ONG Pesca Sustentable, analiza la actualidad de la pesca en Chile, las necesidades de protección efectiva en áreas protegidas y destaca los proyectos que buscan entregar más información a los consumidores sobre el origen de sus alimentos.
El biólogo marino está convencido que la pesca artesanal puede abastecer el mercado y que las comunidades costeras pueden cumplir un rol clave en la protección y fiscalización.
- ¿Cuál consideras es el principal desafío hoy para lograr la sostenibilidad en las pesquerías artesanales de Chile?
Se requiere una estrategia de manejo basada en la mejor información científica disponible, utilizando herramientas eficaces, modernas y probadas. Para nosotros, una de esas herramientas clave es la regla de control.
Toda pesquería debería tenerla. Aunque sea básica, pero que se implemente de manera colaborativa entre pescadores artesanales y la administración. Esa visión compartida es fundamental, porque sin ella es difícil lograr la validación de parte de los usuarios. A veces se habla con cierto escepticismo del co-manejo, pero creemos que es totalmente posible lograrlo.
- ¿Qué es exactamente una regla de control?
Se trata, en esencia, de un indicador que te dice en qué situación está la pesquería: cuánta pesca se está haciendo, cómo está la población. Puede ser una evaluación de stock, pero también pueden ser indicadores empíricos más simples, como los rendimientos de pesca. Lo importante es que ese indicador active un control, acompañado de un plan de manejo claro y escrito. Eso evita la improvisación y las solicitudes ad-hoc, como modificar vedas o cambiar tallas mínimas legales sin criterios técnicos, lo que aumenta la incertidumbre sobre el estado de las poblaciones.
Un punto clave es generar condiciones para que el mercado pueda distinguir entre una pesca más sustentable y otra que no lo es. De esa forma se incentiva que las pesquerías inicien procesos de manejo más completos. No basta con medidas fijas, como una veda o una talla mínima legal, las que no responden a cambios en la situación real de la pesquería. Por eso insistimos en que deben ir acompañadas de reglas de control.
- ¿Existe hoy en Chile alguna pesquería sustentable?
Sí, hay esfuerzos. Pero muchas pesquerías están tan sobreexplotadas que su recuperación ha tenido que diseñarse de manera que no afecte bruscamente a la pesca artesanal. Por ejemplo, en el caso de la merluza común, que sí tiene una regla de control, el problema mayor es la pesca ilegal. Eso ralentiza la recuperación. Sin embargo, hay pesquerías artesanales, como las bentónicas, que han mantenido prácticas aparentemente más sustentables por años.
- Desde el punto de vista del consumidor, ¿cómo se puede saber si lo que se está comprando proviene de una pesquería sustentable?
Ahí hay una brecha importante. En el supermercado, uno ve “merluza”, pero no sabe cómo se pescó, ni de dónde viene. Ni siquiera el pescador, muchas veces, tiene esa información. Creemos que es clave concientizar e informar al consumidor final, porque es quien genera la demanda. Aunque en Chile no hay una cultura fuerte de consumir productos certificados, como sí ocurre en Europa o EE.UU., creemos que está la capacidad para que los compradores valoren una pesca más sustentable.
Por eso lanzamos Futuro Azul, una plataforma donde evaluamos pesquerías con la mejor información científica disponible. Algunas tienen evaluaciones de stock completas, y otras, con menos datos, las analizamos con enfoque de riesgo. Recomendamos cuáles pesquerías son más confiables desde el punto de vista sustentable, y todo eso es información gratuita, pensada justamente para el consumidor.
- Pasando a la protección de los océanos, ¿cuál es la importancia de las áreas marinas protegidas? ¿Y qué tan protegidos están los ecosistemas marinos en las evaluaciones ambientales en Chile?
Las áreas marinas protegidas son fundamentales. Permiten estimar cómo sería un ecosistema sin pesca, algo clave para entender su capacidad de carga, y también cumplen una función de repoblamiento natural, al rebalsar especies hacia zonas donde sí se permite la pesca.
En particular, las Áreas Marinas Costeras Protegidas de Múltiple Uso permiten modelos de extracción medida y basada en la ciencia, con monitoreo constante. Son un modelo a seguir y un ejemplo de cómo se puede gestionar de forma sustentable.
- ¿Cuál es su perspectiva sobre la presencia de salmoneras dentro de parques y reservas nacionales?
No tiene ningún sentido. No guarda relación con el objetivo de un área protegida, que es conservar un ambiente en su estado natural. La industria del salmón altera profundamente ese equilibrio, modificando las condiciones que se busca proteger. Lo consideramos grave, porque mina el objetivo mismo de las áreas marinas protegidas.
- ¿Cuáles son los principales impactos de esta industria sobre las pesquerías artesanales y los ecosistemas?
Uno de los principales impactos es el cambio en la biodiversidad. En un estudio FIPA que realizamos, se evidenció cómo la materia orgánica proveniente de las salmoneras reduce el oxígeno disponible, genera zonas anóxicas y altera el equilibrio del ecosistema. Aparecen especies indicadoras de contaminación, baja la diversidad y cambia la estructura de las comunidades marinas. Eso afecta directamente los objetivos de conservación.
- Actualmente se discute la Ley de Fraccionamiento Pesquero, ¿qué cambios considera urgentes para compatibilizar desarrollo económico con protección de la biodiversidad?
Nosotros trabajamos exclusivamente con la pesca artesanal, y creemos que debe ser favorecida en el fraccionamiento. La pesca artesanal puede abastecer mercados con menor huella ambiental y con mucho mayor impacto social, dada su capacidad para generar empleo. El fraccionamiento debería basarse en datos reales y favorecer las artes más sustentables, como el enmalle o el espinel, frente a métodos como el arrastre industrial.
- ¿Qué mecanismos podrían fortalecer el rol de las comunidades costeras y los pescadores artesanales en la gestión de áreas protegidas o en la fiscalización de concesiones acuícolas industriales?
Creemos que lo más importante es formar grupos público-privados, donde exista una estrategia consensuada que haga realidad el co-manejo. La administración estatal, los pescadores artesanales y un ente técnico (como IFOP) deben sentarse en la misma mesa y construir estrategias de manejo basadas en evidencia científica, pero también considerando las capacidades locales.
Si este modelo se fortalece, no habría espacio para concesiones de acuicultura industrial dentro de áreas protegidas. Y lo que es más importante: se avanzaría en la conservación efectiva y participativa de nuestros ecosistemas marinos.